AÑOS ATRAS, EMPECE A SER ADOLESCENTE...

Hace un tiempo que vengo pensando en que este blog ya se ha convertido en una especie de diario personal, o algo parecido, por no decir algo rutinario y aburrido. Creo que algo mucho menor por el hecho de que no voy a contar absolutamente todo lo que hago/digo/pienso por cuestiones morales (?) 0 quién sabe por qué.
Quizás haya cosas que no me gustaría que lea cierta gente que tiene la posibilidad de entrar y leer esto; y no me vengan a decir que si no quiero que lean tal o cuál cosa, para qué quiero una página de internet, pues bien esto es inevitable hoy en día, además hay tantísimas otras personas que sí pueden apreciar lo que puedo llegar a escribir y de verdad me interesa que opinen sobre lo que escribo.
Lo cierto es que me cuesta abrirme y expresar lo que me pasa.
Como sea, a lo que iba era que, de repente tengo muchísimas buenas ideas para comentar por acá, pero por alguna extraña razón, nunca la concreto. Esto se debe a que por lo general me olvido, o lo dejo para después, error gravísimo cuando uno logró formar una frase propia.
Claro que, a mi me sucede cuando estoy en la cama con insomnio o bien fuera de casa.
Recuerdo que años atrás, andaba de acá para allá con un cuaderno grande y amarillo, donde anotaba frases sueltas, pseudo-poesías, algunos dibujos que probablemente sean pésimos, pero disfrutaba el simple hecho de hacerlos, siempre abstractos y con diversos significados para mí.
En algún momento dejé de hacerlo. Dejé de escribir. De expresarme. Dejé de desahogarme de esa forma, y empecé a callarme todo.
Estoy convencida que fue un proceso que quise abandonar por un tiempo porque me traía recuerdos.
Miles de recuerdos cada vez que escuchaba algún disco, o leía esas viejas hojas llenas de palabras. Y así fue como fui abandonando esas pequeñas ventanas hacia un lugar mejor donde entraba yo. Era mi lugar. Lo sentía absolutamente mío el solo hecho de estar en mi habitación, sentada en la cama, escribiendo y escuchando música. Era mi momento de relajación. Quedarme horas pensando en todo aquello que no me animaba a hacer por miedos tontos. Miedos que con el tiempo fueron desapareciendo, y fui abriéndome más como ser humano.
Recuerdo mis primeros años de adolescencia con mucho dolor. Sufría cantidades el hecho de no estar en un grupo o de no encontrar gente como yo, que sintiera las mismas cosas y no se preocupara por salir el sábado a matinee. Mirá si habrá pasado tiempo! Matinée. Estamos hablando de octavo, noveno grado. Creo que fueron mis peores momentos. Tal es asi, que no tengo casi recuerdos. No sé bien qué hacía. Creo que pasaba mucho tiempo en casa, o con mis amigas más cercanas. Hacía vida sana, siempre. También me acuerdo que por esa época pusieron internet en mi casa, banda ancha! Yo apenas sabía usar la máquina, tipeaba super lento (y ahora se impresionan cuando me ven escribir de la rapidez de mis dedos) no sabía chatear ni usar el mail. De a poquito se fue convirtiendo en un vicio absoluto; pasaba horas y horas en la máquina, leyendo, escuchando música, hablando con gente de otros lugares. Gracias a eso conocí personas maravillosas, y otras personas que pasaron fugazmente por mi lista de contactos. Así fue también como empecé a conocer bandas, empecé a escuchar estilos que no pasaban por la radio. Me volví una adicta total a esa sensación de encontrar nuevos sonidos que estimularan mis oídos. Esa es una de las buenas costumbres que me dejó esa época, encontrar bandas, cantantes, discos, escuchar recomendaciones y sacar mis propias conclusiones. Nunca me convenció demasiado el hecho de escuchar solo lo que pasaran en la radio o en la televisión. Siempre me gustó indagar, ir más allá, preguntar cómo, dónde y por qué.
A los 14 mi papá me regaló una guitarra clásica. Estuve dele pedirla. Me intrigaba eso de aprender a tocar mis canciones favoritas y tener alguna habilidad especial. Lamentablemente cuando la tuve en mis manos y empecé a intentarlo, me frustré rápido al darme cuenta que era muchísimo más difícil de lo que yo pensaba y que me dolían demasiado los dedos. Es el día de hoy, a mis 22, que sigo intentándolo, pero ahora por suerte me frustro menos  y lo intento más.
Así fue como la música y la escritura se convirtieron en hitos importantes en mi vida, por no decir que fueron de las pocas cosas que me hicieron sentir mejor y más completa.
Me gusta sentirme rara, no sé si lo soy, a veces me lo dicen, no creo tener nada de especial, pero me gusta expresarme y tener un blog donde pueda plasmar mi adolescencia. Lo hago por mí y para mí, y (te) lo comparto. Por ahi a vos también te gusta algo de lo que encontrás acá.

Denisa

Comentarios