[...]

Te quiero. Te extraño. Te llamo por teléfono. No estás. Me angustio. Te espero. Te busco. Pienso en vos: cierro los ojos y te imagino. Te veo luego, en la calle, y corro a tu encuentro, te abrazo, te beso, me agito, te digo frases fervorosas. Es el amor. De pronto, un día, coloco una distancia entre tu persona y la mía, congelo la imagen que tenía de vos y de mis sentimientos y me pregunto: "¿eso es el amor o es mi amor?".
Ahora ya no pienso en vos, tampoco en mí, sino en un problema que está por encima de nosotros, el problema de un concepto, de una idea, de saber qué es el amor y en qué se distingue de mi amor. Entonces abandono lo particular, ese suceso que atañe a mi persona, y recuerdo que también hay otros que están enamorados, pienso en las historias de amor que narra la literatura, en lo que ocurrió entre Romeo y Julieta y entre otras parejas. ¿Puedo yo decir "a mi me pasa lo mismo que a usted?"
Quiero saber qué es el amor, para verificar que lo mío, en efecto, es amor, y no un arrebato momentáneo o delirante. Quiero saber si estoy en lo cierto o si todo es mera fantasía mía, privada, real, muy real, pero fantasía al fin.Todos estos temblores internos que llamo amor tal vez merezcan otro nombre y pertenezcan a una realidad de otro orden.

Estoy en crisis.
[...]

Después de todo, ¿por qué te quiero?
He aquí una pregunta que me desvela. Y cuando estoy desvelada, pienso. Y cuando pienso, quiero saber la verdad. Y cuando quiero saber la verdad, me aparto de la vida, me alejo, tomo distancia y la contemplo de lejos. Ya no estoy involucrada en eso que pasa, sino que eso que pasa ahora se ofrece como objeto de contemplación, de pregunta, de asombro.

Cuando pregunto si esto es amor o es meramente una ilusión mía, o es mi manera de amar pero no es el amor, hago filosofía. Porque estoy inseguro de lo que vivo. Porque caí en la duda.
Lo hago, insisto, cuando caigo en la duda. Caigo y debo levantarme. Es como si el piso cediera bajo mis pies y ya no pudiera seguir caminando, y tuviera que ponerme a pensar en el piso, en los pies, en la manera de extender las piernas. Algo tan natural como caminar se torna problema y obliga a pensar.
Crisis. Se ha roto algo. Se ha roto el piso, la base de aquello que se vive. Mientras vivimos, no pensamos en lo que estamos viviendo. Cuando vamos al cine y nos entregamos a la película, nos olvidamos de que estamos en el cine, viendo una película.

[...]
Uno piensa en el cine cuando no va al cine, o cuando va y algo no funciona como debería funcionar: "Crisis" significa eso, algo que se rompe y, porque se rompe, hay que analizarlo. De ahí viene el término "crítica", que significa análisis o estudio de algo para emitir un juicio. Y de ahí también "criterio", que es razonamiento adecuado.

La crisis nos obliga a pensar. La crisis del mundo, la de nuestras relaciones-que a veces estan a punto de naufragar-, la crisis de la economía, de la política. Pensar es consecuencia de alguna crisis. Si no, ¿para qué pensar?

[...] La crisis produce análisis, reflexión. Cuando el pensamiento es sistemático, cuando abarca los grandes temas de la vida y busca e indaga qué es el amor, qué es el bien, qué es la vida, qué es la felicidad, sin dejarse llevar por las preferencia individuales, se llama filosofía.







Texto sustraído de "La filosofía. Una invitación a pensar" J.Barylko. Edit. Planeta.


Comentarios